(11) Y vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, y hablaba como un dragón. (12) Y ejerce todo el poder de la primera bestia delante de él, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. (13) Y hace grandes prodigios, de modo que hace descender fuego del cielo sobre la tierra a la vista de los hombres, (14) y engaña a los que moran en la tierra por medio de los milagros que tenía poder para hacer. a la vista de la bestia; diciéndoles a los moradores de la tierra que le hicieran una imagen a la bestia, que tenía la herida de espada y vivía.

(15) Y tenía poder para dar vida a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia hablara, y para que todos los que no adoraran la imagen de la bestia fueran muertos. (16) Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente; (17) Y para que nadie pueda comprar ni vender, salvo el que tenía la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. (18) Aquí está la sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, porque es el número de un hombre; y su número es seiscientos sesenta y seis.

Varias han sido las opiniones de los hombres sobre el tema de esta otra bestia. Algunos han sostenido, del término otra bestia, que a pesar de que esto concuerda con el primero en sentimiento y conducta, no puede ser lo mismo. Y, sin duda, a primera vista del tema, debería parecer otro personaje. Sin embargo, otros han afirmado con tanta fuerza que no es más que lo mismo, el primero insinuando un poder temporal y el segundo un gobierno eclesiástico; y que ambos deben describir, pues los personajes no pueden pertenecer más que al Papa de Roma. Dejo al lector, sin embargo, que se forme su propia opinión, bajo la gracia de Dios.

Será nuestra mejor mejora, a fin de una clara comprensión del tema, prestar atención a los rasgos particulares del carácter, por los que se describe a esta bestia.

Primero. Se habla de él como un cordero con dos cuernos, probablemente para dar a entender que afecta el carácter de la religión y el de Cristo, el Cordero de Dios. Si esta es, como generalmente se supone, la representación del Papa, en su oficio papal, no puede haber dificultad en explicar lo que aquí se dice, en referencia a ese personaje. Porque como el Papa, vicario de Cristo, como blasfemamente se llama a sí mismo; y cabeza de la Iglesia, sucesor de Pedro, y similares, y de acuerdo con esos títulos asumidos, pronuncia grandes palabras hinchadas y habla como un dragón, este nombre de cordero, rodeado como está de sus cardenales, obispos, abades y sacerdotes, es tan adecuado para él, bajo este poder eclesiástico que el dragón le ha dado, como el otro es considerado en su pompa temporal, como un príncipe y soberano. Él y sus cardenales, tanto señores eclesiásticos como temporales. ¡Un bonito grupo!

En segundo lugar. El hecho de que ejerza el mismo poder que la bestia ante él, parece implicar una identidad de persona, y que es una y la misma, y ​​el lugar de gobierno es el mismo, lo cual no podría serlo si no fuera así. Y, como se dice que hace cumplir el culto de la primera bestia, además debería parecer que apunta a aquellos anatemas, bulas, excomuniones y similares, por los que se conoce la autoridad papal. Sobre esta base, no parece haber mucha dificultad de aprehensión.

En tercer lugar. Su engaño de los que habitan la tierra, por milagros, o más bien por milagros fingidos, es una prueba aún mayor. Porque ningún poder, excepto el Pontífice, asumió jamás el carácter de obrar milagros, o más bien, de entregar a la gente común, la historia de las maravillas mentirosas. Este es un rasgo tan llamativo del papismo que no pertenece a ningún otro. Y leer un relato de lo que se ha dicho de algunos Papas que hacen de esta manera, es uno de los intentos más descarados que el mundo les haya hecho jamás, excepto de hecho, la contraparte del mismo, en la Hégira de Mahoma.

Por cuartos. Y para coronar a todos. La marca de la bestia en la mano derecha o en la frente del pueblo, es el relato final de esta terrible bestia. ¿Y en qué medida, en qué número, a cuántas personas ha llegado el terrible engaño, quién calculará o dirá? Lo más angustiante es considerar que, desde la ignorancia de la gente común y el oficio de los superiores, en el apoyo de un sistema; que sobre los principios de la política humana, se ha encontrado la mejor invención estatal para mantener en sujeción al orden inferior, multitudes han recibido la marca y han adorado a la bestia.

De hecho, la prohibición del comercio y el empleo sin la marca es tal en los países papistas que la práctica es universal. Y aún, si es posible, más espantoso de relatar, con respecto a aquellos que profesan saber más y estar por encima de nociones tan tontas, es de temer que no sean pocos los números que reciben la marca en el momento en que se burlan de ella, los ¡Mejor llevar a cabo el propósito secular o eclesiástico del mundo! Tales son algunos de los terribles engaños de esta herejía.

Me abstengo de ofrecer una sola observación sobre el número de la bestia, seiscientos, tres veinte y seis. Mucho se ha dicho y escrito sobre él por hombres carnales. Creo que pocos de los enseñados por Dios se han atrevido a dar su opinión al respecto. El Espíritu Santo dice, aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia. Pero sería bueno recordar que es él, el que tiene entendimiento; ninguno al lado.

Y donde el Señor no da entendimiento, el más sabio solo tropezará en el umbral mismo de la investigación. Me retiro de ella con timidez. El Señor en su propio tiempo lo explicará. Y aquí les dejo el tema.

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