No puede haber ninguna duda, pero lo que aquí se describe bajo la figura y semejanza de bestias, se relaciona con los reinos de la tierra. Y al explicar estas profecías por los acontecimientos que han seguido, parece que no puede haber ninguna dificultad en suponer que la primera bestia, como un león, representaba la monarquía caldea. El segundo, como un oso, presentó al persa, que lo sucedió. El tercero, como un leopardo, el reino griego.

Y el cuarto, el romano. ¡Pero lector! qué pensamiento tan solemne es: ¿dónde están ahora la totalidad o alguna de estas monarquías? ¡Pobre de mí! el diluvio del tiempo los ha atravesado y los ha barrido a todos. Pero Jesús y su reino es y será para siempre. ¡Preciosa consideración para el creyente!

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