El título que, en esta ocasión, el Señor toma para sí mismo, es de gran gracia: porque cuando la Iglesia estaba a punto de ser conducida a Babilonia, nada podría tender más a mantener el ánimo del pueblo durante su cautiverio que el recuerdo de que ¡todavía Jehová era su Redentor! Y, lector, ¿no es siempre preciosa la misma visión para un hijo de Dios, cuando el enemigo parece triunfar con mano alta? Isaías 59:19 .

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