(14) ¿Qué es el hombre para que sea limpio? y el que es nacido de mujer, ¿será justo? (15) He aquí, no confía en sus santos; sí, los cielos no están limpios ante sus ojos. (16) ¿Cuánto más abominable y inmundo es el hombre que bebe la iniquidad como agua?

Separando estas palabras, por un momento, de cualquier conexión con Job o sus amigos, qué verdades fuertes y contundentes contienen. ¿Qué tan seguro y cierto? ¿Qué tan justo y humillante? ¡Pero lector! ¡No pase por alto los dulces testimonios que llevan consigo de la verdad del Evangelio! Si los hombres son inmundos; si los santos no pueden encontrar la confianza de DIOS; si los cielos no están limpios a los ojos de Dios; Juez, lector, la gran necesidad e importancia de una justicia en la que DIOS pondrá su confianza.

¿Y dónde encontraremos eso, o en quién, sino en JESÚS? Haga una observación más sobre este interesante pasaje. Aunque JEHOVÁ no confía en los ángeles, sin embargo, en JESÚS su Hijo amado y siempre bendito, como Fianza de los pecadores, lo hace; y aunque los cielos no están limpios ante sus ojos, dice acerca de JESÚS: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. ¡Lector! no pases por alto esto, te lo suplico.

No sé cuáles son tus sentimientos; pero puedo decirles por mí mismo, he encontrado, en innumerables ocasiones, gran consuelo y un gozo santo, cuando voy a DIOS mi PADRE en oración, he sido capacitado para hablarle de la pureza e inmaculación de JESÚS, y su justicia como mi manto.

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