Observe la orden solemne de respetar la sangre. Sin duda en honor a la sangre de CRISTO, por la cual se hace la única expiación por el pecado. Y a través de toda la dispensación levítica esto se atiende estrictamente. Génesis 9:4 ; 1 Samuel 14:32 ; comparado con Efesios 1:7 .

Por eso se habla así de la adoración pagana, Salmo 16:4 ; Lucas 13:1

REFLEXIONES

¡Mi alma! Quisiera encargarte de contemplar en estas Escrituras el gran énfasis que se pone continuamente en el hecho de que el sacerdote ponga sus manos sobre la cabeza de la bestia ofrecida en sacrificio. Como si, para que se imprimiera adecuadamente en la mente de la gente, el placer que tuvo JEHOVÁ en esta oscura transferencia del pecado, de su pueblo al sacrificio. ¡Oh! Santísimo y bendito DIOS y PADRE, cuán misericordioso fue en ti silenciar así todos los temores y aprensiones de tu pueblo, del derecho y la justicia de la cosa misma, manifestando así repetidamente que era por tu propia designación.

¡Sí, Dios bendito! aunque no esté en el poder de ningún hombre transferir su pecado a otro, sin embargo, no está más allá de tu derecho y prerrogativa como DIOS. Y puesto que la gloria de tu santa ley, por la obediencia y el sacrificio de tu amado HIJO, es tan abundantemente asegurada y glorificada; que ahora todo pobre pecador se consuele con la seguridad de que DIOS puede ser justo y el que justifica al que cree en JESÚS.

¡Cuán dulce es contemplar, en cada ordenanza y debajo de cada sacrificio, los rasgos principales de aquel que en su único sacrificio, una vez ofrecido, ha perfeccionado para siempre a los santificados! ¡Bendito JESÚS! sé tú mi ofrenda de paz, porque has hecho mi paz con la sangre de tu cruz. ¡Oh! concédeme gracia para descansar mi alma, como el sacerdote apoyó su mano en el sacrificio devoto, en tus preciosos méritos, sangre y justicia.

Y que mi alma esté tan completamente satisfecha con esta completa redención tuya, que no pueda buscar otra. Que yo sepa, por experiencia sincera, bajo la enseñanza y aplicación de DIOS el ESPÍRITU SANTO, que no hay salvación en ningún otro; ni hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en el que podamos ser salvos.

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