REFLEXIONES

¡Lector! Al contemplar el carácter de este mayordomo injusto, aprendamos a buscar de Dios la gracia para que seamos hallados fieles. Y, al plantearnos la pregunta a nuestro corazón, que él hizo a todos los deudores de su Señor, hagamos lo contrario de lo que él recomendó y, en lugar de restar importancia, aprendamos a descubrir que superan con creces nuestras propias opiniones sobre ellos. . ¡Oh! ¡Bendito Señor! Te debo más en naturaleza, providencia y gracia, de lo que cualquier cálculo puede contar. ¡Tanto es así, oh Señor! que soy insolvente para siempre. ¡Pero, Señor! deja que tu gracia supere aún mi indignidad. ¡Oh! concédeme ser recibido en tus moradas eternas.

¡Bendito Jesús! hazme aprender, en la historia de este rico glotón, cuán efímeros son todos los mimos de la carne; y qué final tan terrible pone fin a la carrera de todos los que viven sin Dios y sin Cristo en el mundo. Y déjame contentarme con ser como Lázaro, pobre, si es necesario, aquí abajo, si es rico en fe, y heredero del reino. ¡Sé tú, querido Señor! mi porción, y entonces todo está bien. Todo estado santificado en Cristo es y debe ser bendecido.

¡Señor! concédeme ejercer en todos un santo celo; y haciéndote lo que Dios el Padre te hizo, tanto Alfa como Omega; mi Señor sea el primero en todos mis deseos y el fin de todos mis gozos; porque entonces, en la vida y en la muerte, tanto aquí como en el más allá, Jesús será mi porción eterna.

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