Le ruego al lector que observe, pues vale la pena observarlo, a qué enormes dolores y gastos se pondrán los hombres malos, bajo el manto de la religión. ¡Pobre de mí! ¿Qué son siete altares, o setenta veces siete sacrificios, ofrecidos por un corazón inicuo? Pero en todas las edades es igual. Si DIOS se compusiera con los impíos y los complaciera en sus pecados, ellos le pagarían con sacrificios costosos.

¡Queridísimo JESÚS! sé tú mi altar, mi sacerdote, mi único sacrificio; y sea mi mayor deseo ser aceptado en ti, el Amado. Efesios 1:6 .

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