Pero recuerde cómo el Señor suplica a su pueblo bajo sus rebeliones. Aquí toda la Iglesia está representada como nuestra madre; y llamó para saber de sus rebeliones; que cuando Cristo se casara con ella, ella corriera tras sus amantes. Hay algo de gracia y bendición poco común en esta visión de que Jesús se casa con nuestra naturaleza, al unir esa naturaleza a la Deidad. Y de todos los temas de cariño, seguramente este es el más alto y el mejor.

¡Lector! No sé cuáles son sus sentimientos sobre este tema; pero en mi opinión, no conozco ningún estímulo para llevar a mi pobre alma pecadora al propiciatorio de Dios en Cristo, en medio de toda mi indignidad, igual a este; que Cristo ha llevado mi naturaleza con él a la más alta gloria; y en esa naturaleza, que hay uno en el trono a quien el Padre escucha siempre. Siento mil bendiciones en esta única consideración, tan pobre, miserable y contaminado como estoy, en este cuerpo de pecado y muerte que llevo conmigo; sin embargo, en esa parte pura y santa de mi naturaleza, en la Persona de Cristo Jesús, la ley de Jehová ha sido magnificada y honrada; para que se le dé una grata aceptación a todo su pueblo, en él, el amado.

Cuando pienso en esto, y en lo que la Iglesia es a los ojos de Jehová, según la contemplación y la aceptación de Cristo Jesús, me contento con ser despojado y desnudo, como el día en que nací, para ser lavado en la sangre de Jesús, y revestido de la justicia de Jesús.

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