El que oprime al pobre para aumentar sus riquezas, y el que da al rico, sin duda llegará a la miseria. Inclina tu oído y escucha las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi conocimiento. Porque es algo agradable si las guardas dentro de ti; con todo se ajustarán a tus labios. Para que tu confianza esté en el SEÑOR, te lo he dado a conocer hoy, a ti. ¿No te he escrito cosas excelentes con consejos y conocimiento, para darte a conocer la certeza de las palabras de verdad? para que respondas palabras de verdad a los que te envían? No robes al pobre, porque es pobre, ni oprimas al afligido en la puerta; porque el SEÑOR defenderá su causa, y saqueará el alma de los que los saquearon.

No hagas amistad con un hombre enojado; y con un hombre furioso no irás; no sea que aprendas sus caminos, y pongas una trampa a tu alma. No seas tú de los que se dan la mano, ni de los fiadores de las deudas. Si no tienes nada que pagar, ¿por qué ha de quitarte la cama de debajo de ti? No traspases el lindero antiguo que establecieron tus padres. ¿Ves un hombre diligente en su negocio? estará delante de los reyes; no se presentará ante hombres mezquinos.

Cualquiera que sea la semejanza que pueda aparecer en estos proverbios, hay una gran variedad; y se hace que la misma verdad parezca más sorprendente, al ser presentada y colocada hacia adelante para ser vista de diferentes maneras. En general, el gran objetivo que se pretende de ellos es, evidentemente, con el fin de agradar a Cristo y las gracias de su Espíritu Santo, y señalar las tristes consecuencias de una búsqueda contraria.

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