REFLEXIONES.

LO que el sabio ha dicho al final de este capítulo, acerca de la diligencia de observar bien el estado del rebaño y el cuidado de los rebaños, bien puede interpretarse como la diligencia que todo hombre debe tener para el cuidado del rebaño. alma, y ​​conocer el estado en el que se encuentra ante Dios. Dime (dice la iglesia sobre este tema trascendental) dime, oh tú, a quien ama mi alma, dónde alimentas, dónde haces descansar tus rebaños al mediodía.

Porque, ¿por qué he de ser yo como el que se aparta de los rebaños de tus compañeros? Nunca podemos ser demasiado solícitos en puntos de esta naturaleza. Donde Jesús se alimenta; con qué se alimenta; y cómo estamos creciendo en la nutrición y el sustento de la vida espiritual. ¡Lector! ¿es Jesús tu pastor? El que se sienta en medio del trono y alimenta a la iglesia de arriba, ¿te alimenta en este estado de desierto abajo? ¿Es el pan de Dios y el pan de vida para tu alma? Son los corderos para tu vestido, y las cabras el precio del campo.

En otras palabras, ¿estás vestido con el manto de salvación hecho por el Cordero de Dios? ¿Y comes del Cordero pascual, cuya carne es verdadera carne, y cuya sangre es verdadera bebida? ¡Oh! por la gracia de alimentarse de Cristo! y oírle decir; ¡Toma, come, este es mi cuerpo, que es entregado por ti! ¡Come, oh amigos, bebe, sí, bebe en abundancia, oh amado!

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