CONTENIDO.

En este Capítulo, bajo la representación de una ramera, el engaño que se practica sobre nuestra naturaleza caída se establece de manera sorprendente, y la partida de Dios en el pecado y la inmundicia está pintada con colores fuertes.

Proverbios 7:1 Hijo mío, guarda mis palabras y guarda contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vive; y mi ley como la niña de tus ojos. Átalos a tus dedos, escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana; y llama a tu parienta prudente, para que te guarden de la mujer extraña, de la extraña que lisonjea con sus palabras.

El Capítulo se abre con un prefacio general, a modo de preparación de la mente para el tema que sigue. Y hay varios títulos entrañables que se utilizan para reforzar aún más el tema. Pero lo que yo pediría particularmente al lector que preste atención en esas denominaciones de hermana y pariente, es el asunto muy interesante que contienen, considerado con la mirada puesta en Cristo. Jesús, en el canto de los amores, llama a su iglesia su hermana, así como su esposa.

Porque así como tomó sobre él nuestra naturaleza común, así ha declarado que todo aquel que hace la voluntad de su Padre que está en los cielos, ése es su hermano, su hermana y su madre. Ver Cantares de los Cantares 4:9 ; Mateo 12:50 .

Y así como Cristo se ha dignado a ponerse en todas las relaciones con su pueblo, así autoriza a su pueblo a admirarlo en todas las relaciones. Pero no debemos detenernos aquí en contemplar la naturaleza de la relación, sino continuar y considerar la causa por la cual el Señor se ha puesto 'en estas afinidades condescendientes, y no se avergüenza de llamar hermanos a su pueblo; es decir, que puedan acudir a él bajo estos caracteres, a fin de que él los guarde de la fornicación espiritual y toda especie de apostasía. ¡Bendito Jesús! es delicioso ver cómo tu pueblo es guardado por ti, y que en ti se encuentra toda su seguridad.

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