Y será como árbol plantado junto a arroyos de aguas, que da su fruto en su tiempo; su hoja tampoco se marchitará; y todo lo que hace prosperará.

Si no tuviéramos otra pista que nos llevara al descubrimiento del Señor Jesús, como se establece en este Salmo, que lo que aquí se dice de él, incluso esto lo revelaría claramente. Porque ¿quién sino Jesús es el árbol de la vida? ¿Quién florece sino él? ¡Sí, bendito Redentor, tu pueblo plantó en ti, soy! hecho ramas en ti, prosperarán en ti, y darán fruto en ti, porque has dicho, porque yo vivo, tú también vivirás.

Pero aunque en ti, y por ti y de ti, tu pueblo vive y deriva toda la vida, el sustento, la humedad y la fecundidad, a su debido tiempo, sin embargo, es porque tú eres el árbol autoexistente que imparte vida. en medio del huerto de Jehová; y siendo el mismo ayer, hoy y siempre, no es probable que se marchite ni caiga, sino que siempre está floreciendo, tanto en flor como en fruto, hacia tu pueblo.

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