¿Quién sino Jesús podría comportarse sabiamente? ¿Quién sino el Cordero de Dios podría decirse que tiene un corazón perfecto? Jesús ciertamente deseaba y tenía la presencia constante del Padre. ¡Pero Ay! ¿Cuán poco se guarda en el alma nuestra comunión con Dios en Cristo?

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