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Nos encontramos con este Salmo en la historia de David, 2 Samuel 22:1 y si se hubiera referido solo a David, no veo ninguna razón por la que deba formar parte de este libro. De hecho, ¿no parece, al estar colocados aquí, dar a entender que debemos mirar más allá de David en busca del sentido más elevado y mejor de ello? El salmo mismo trata de la liberación de los enemigos, y es un himno de alabanza en este sentido de principio a fin; y si se lee con la mirada puesta en Cristo, es verdaderamente hermoso.

Al Músico principal: Salmo de David, siervo del Señor, que habló al Señor las palabras de este cántico, el día que el Señor lo libró de mano de todos sus enemigos y de mano de Saúl. Y él dijo,

Salmo 18:1

Ruego al lector que esté atento al Señor Jesús a través de cada parte y porción de este Salmo, en el cual la muerte de Cristo, su resurrección y su reino, son por el espíritu de profecía, bellamente expuestos. De hecho, el título no es más adecuado particularmente para Jesús que para David. Porque aunque David pudiera cantar acerca de su propia liberación personal de la mano de Saúl y de la mayor parte de sus enemigos, nadie más que Jesús podría cantar de todos, porque el último enemigo que ha de ser destruido es la muerte; y nadie más que Jesús conquistó la muerte.

Por lo tanto, suplico al lector que contemple a Jesús en él, y mientras, como siervo de Jehová, oye al Señor triunfar en sus victorias sobre la muerte, el infierno y la tumba, que, como yo lo hago, suplique a Dios que ambos podemos leerlo con fe y sentir nuestro propio interés personal en todos los triunfos de nuestro Dios y Salvador.

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