REFLEXIONES

¡Bendito Jesús! ayúdame a verte, y, bajo las pruebas con las que mi alma está ocupada, enséñame, Señor, a orar, y así encomendarte mi causa, para que en tu justicia pueda encontrar confianza y esperar tu preciosa decisión entre todos tus redimidos.

Y tú me guardas, Señor, como a la niña de tus ojos; aléjame del mundo; Guárdame de los hombres del mundo; Guárdame de las trampas del mundo, para que ni sus sonrisas ni sus ceños fruncidos seduzcan mi alma al pecado. Guárdame, Señor, en ti y por ti mismo, para que pueda superar toda dificultad y ser más que vencedor, por tu gracia ayudándome.

Sé tú mi porción, bendito Jesús, porque no tiene necesidad de espigar en los campos de los hombres mundanos, que tiene a Jesús por tesoro. Nadie más que tú, y totalmente tú, puede ser una porción para vivir a través del tiempo y por toda la eternidad. Por eso, querido Señor, te ruego que seas mi todo en todos. Porque tú eres la base y el único fundamento sólido de todo lo que verdaderamente puede ser llamado bienaventurado. Y así como tú eres el fundamento, así eres la superestructura, para completar nuestra bienaventuranza.

Tú lo comprendes todo, lo endulzas todo y lo abasteces todo. ¡Señor Jesus! sé tú mi porción diaria ahora, y cuando haya terminado con el tiempo y me despierte a tu semejanza en la eternidad, estaré satisfecho para siempre contigo.

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