Feliz y graciosa conclusión de toda alma verdaderamente regenerada, convencida de un interés en Cristo y de una unión personal con él. El amado del Señor habitará seguro. Isaías 32:18

REFLEXIONES

¡LECTOR! que usted y yo nunca perdamos de vista al Señor Jesús mientras leemos este Salmo. El es el Señor nuestra justicia. Y, por tanto, en todos nuestros acercamientos al propiciatorio, vayamos allí en un lenguaje correspondiente a éste, que llama a Jesús el Dios de nuestra justicia. Y mientras los hombres del mundo del mundo buscan su principal bien, deseamos su favor que trasciende infinitamente el trigo y el vino, y todas las cosas buenas que perecen en el uso. ¡Sí! Señor, tu favor es mejor que la vida misma. Tú haces que los que te aman hereden bienes y se apoderen de todos sus tesoros, y tú mismo eres su tesoro.

Y ¡oh! Tú, misericordioso Dios y Padre, ¿de una manera tan maravillosa has apartado a alguien en nuestra naturaleza para ti? ¿Has elegido a alguno de tu pueblo? ¿Lo has contemplado en la pureza de su naturaleza, como uno en cada punto piadoso? ¿Lo has dado como pacto del pueblo? ¿Y te has complacido en él? ¡Oh! entonces, que mi alma se complazca también en él.

Ahora sé que mi Dios y Padre me escuchará cuando lo invoque en el nombre de Jesús, y cuando mire hacia él en busca de aceptación por amor a Jesús. ¡Sí! Mi corazón está fijo, oh Señor, mi corazón está fijo; Jesús es mi esperanza y mi justicia: el Señor me escuchará cuando llame. Y de ahora en adelante me acostaré en paz y dormiré confiado en Jesús, aceptado en el amado; porque este es el reposo con que el Señor hace descansar a los cansados, y este es su refrigerio.

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