REFLEXIONES

LECTOR, reflexiona sobre el contenido de este bendito Salmo. ¿Vemos a Cristo en él? ¿Jesús lloró así en los días de su carne? ¿Logró la salvación de su pueblo cuando cargó con sus pecados y cargó con sus dolores? ¡Oh! entonces, deleitémonos en seguir sus pasos en medio de todas las providencias oscuras y ocultas con las que podemos ejercitarnos. Puedes estar seguro de que él está llevando a todos sus redimidos por el camino recto a una ciudad habitada.

El que condujo a su pueblo como un rebaño a salvo a través del desierto, por la mano de Moisés y Aarón, nunca deja de prestar atención a su pueblo ahora. Pueden ejercitarse, pueden derribarse; pero no serán desechados, ni serán olvidados por él para siempre. Hagamos lo que hizo el autor de este dulce Salmo; bajo nuestras pruebas más agudas, recordemos los días pasados ​​y los años del trato fiel de Dios con su pueblo en la antigüedad; ver si no podemos encontrar ejercicios con los que los fieles fueron puestos a prueba, similares a los nuestros.

Esto nos ayudará, mediante la dulce aplicación del Espíritu, en innumerables ocasiones. La fe revivirá en la revisión. El alma dirá: ¿Era fiel Jesús entonces, y no lo será ahora? Él liberó poderosamente a su pueblo bajo sus angustias, y ¿no es Jesús todavía para mí bajo los míos? ¿No descansa en su amor? ¿No odia repudiar? Vuelve, alma mía, hoy, hoy mismo, a tu Ebenezer de nuevo.

Hasta ahora el Señor ha ayudado. Aunque no puedo ver claramente mi camino en todo momento, déjame ver, Señor, tu fidelidad en todo momento la misma. Dentro de poco veré tu gloria. ¡Aleluya! Jesús vive y Jesús reina: todo irá bien. Tú eres, pues, el Dios de mi salvación; en ti me apoyaré, y en ti vendré, y en ti seré hallado ahora y para siempre.

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