• Ezequiel 3:22

    Entonces vino allí sobre mí la mano del SEÑOR y me dijo: “Levántate, vete al valle y allí hablaré contigo”.

  • Ezequiel 3:23

    Me levanté y fui al valle, y he aquí que se había detenido allí la gloria del SEÑOR, como la gloria que yo había visto junto al río Quebar. Y me postré sobre mi rostro.

  • Ezequiel 3:24

    Entonces entró en mí el Espíritu, me puso sobre mis pies y me habló diciendo: — Entra y enciérrate en tu casa.

  • Ezequiel 3:25

    Y en cuanto a ti, oh hijo de hombre, he aquí que sobre ti pondrán cuerdas y te atarán con ellas, y no podrás salir entre ellos.

  • Ezequiel 3:26

    Y haré que tu lengua se pegue a tu paladar, y quedarás mudo. Así no serás para ellos un hombre que amonesta, porque son una casa rebelde.

  • Ezequiel 3:27

    Pero cuando yo te haya hablado, abriré tu boca, y les dirás: “Así ha dicho el SEÑOR Dios”. El que escucha, que escuche; y el que deja de escuchar, que deje de escuchar. Porque son una casa rebelde.

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