• Mateo 26:31

    Entonces Jesús les dijo: — Todos ustedes se escandalizarán de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al Pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.

  • Mateo 26:32

    Pero después de haber resucitado, iré delante de ustedes a Galilea.

  • Mateo 26:33

    Respondiéndole Pedro dijo: — Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.

  • Mateo 26:34

    Jesús le dijo: — De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, tú me negarás tres veces.

  • Mateo 26:35

    Pedro le dijo: — Aunque me sea necesario morir contigo, jamás te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

  • Mateo 26:36

    Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a los discípulos: — Siéntense aquí, hasta que yo vaya allá y ore.

  • Mateo 26:37

    Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.

  • Mateo 26:38

    Entonces les dijo: — Mi alma está muy triste, hasta la muerte. Quédense aquí y velen conmigo.

  • Mateo 26:39

    Pasando un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: — Padre mío, de ser posible, pase de mí esta copa. Pero, no sea como yo quiero, sino como tú.

  • Mateo 26:40

    Volvió a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: — ¿Así que no han podido velar ni una sola hora conmigo?

  • Mateo 26:41

    Velen y oren, para que no entren en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto; pero la carne es débil.

  • Mateo 26:42

    Por segunda vez se apartó y oró diciendo: — Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

  • Mateo 26:43

    Cuando volvió otra vez, los halló durmiendo porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.

  • Mateo 26:44

    Dejándolos, se apartó de nuevo y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.

  • Mateo 26:45

    Entonces volvió a sus discípulos y les dijo: — ¿Todavía están durmiendo y descansando? He aquí la hora está cerca, y el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de pecadores.

  • Mateo 26:46

    ¡Levántense, vamos! He aquí está cerca el que me entrega.

  • Mateo 26:47

    Mientras él aún hablaba, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.

  • Mateo 26:48

    El que le entregaba les había dado señal diciendo: “Al que yo bese, ese es. Préndanle”.

  • Mateo 26:49

    De inmediato se acercó a Jesús y dijo: — ¡Te saludo, Rabí! Y lo besó.

  • Mateo 26:50

    Pero Jesús le dijo: — Amigo, haz lo que viniste a hacer. Entonces ellos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron.

  • Mateo 26:51

    Y he aquí uno de los que estaban con Jesús extendió su mano, sacó su espada y, golpeando a un siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja.

  • Mateo 26:52

    Entonces Jesús le dijo: — Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman espada, a espada perecerán.

  • Mateo 26:53

    ¿O piensas que no puedo invocar a mi Padre y que él no me daría ahora mismo más de doce legiones de ángeles?

  • Mateo 26:54

    Entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que es necesario que suceda de esta manera?

  • Mateo 26:55

    En ese momento Jesús dijo a la multitud: — ¿Como contra un asaltante han salido con espadas y palos para prenderme? Cada día me sentaba enseñando en el templo, y no me prendieron.

  • Mateo 26:56

    Pero todo esto ha ocurrido para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.

  • Mateo 26:57

    Los que habían prendido a Jesús lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos se habían reunido.

  • Mateo 26:58

    Y Pedro le seguía de lejos hasta el patio de la casa del sumo sacerdote. Habiéndose metido adentro, estaba sentado con los guardias para ver cómo terminaba aquello.

  • Mateo 26:59

    Los principales sacerdotes, los ancianos y todo el Sanedrín buscaban falso testimonio contra Jesús, para que le entregaran a muerte.

  • Mateo 26:60

    Pero no lo hallaron, a pesar de que se presentaron muchos testigos falsos. Por fin se presentaron dos

  • Mateo 26:61

    y dijeron: — Este dijo: “Puedo derribar el templo de Dios y edificarlo en tres días”.

  • Mateo 26:62

    Se levantó el sumo sacerdote y le dijo: — ¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti?

  • Mateo 26:63

    Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: — ¡Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!

  • Mateo 26:64

    Jesús le dijo: — Tú lo has dicho. Además les digo: De aquí en adelante verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo en las nubes del cielo.

  • Mateo 26:65

    Entonces el sumo sacerdote rasgó su vestidura diciendo: — ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo, ustedes han oído la blasfemia.

  • Mateo 26:66

    ¿Qué les parece? Y ellos respondiendo dijeron: — ¡Es reo de muerte!

  • Mateo 26:67

    Entonces le escupieron en la cara y le dieron puñetazos, y otros le dieron bofetadas

  • Mateo 26:68

    diciendo: — ¡ Profetízanos, Cristo! ¿Quién es el que te golpeó?

  • Mateo 26:69

    Pedro estaba sentado afuera en el patio, y se le acercó una criada diciendo: — ¡Tú también estabas con Jesús el galileo!

  • Mateo 26:70

    Pero él lo negó delante de todos diciendo: — No sé lo que dices.

  • Mateo 26:71

    Pero cuando él salió a la puerta, otra criada le vio y dijo a los que estaban allí: — Este estaba con Jesús de Nazaret.

  • Mateo 26:72

    Y otra vez negó con juramento: — Yo no conozco al hombre.

  • Mateo 26:73

    Y poco después se acercaron los que estaban por allí y dijeron a Pedro: — Verdaderamente, tú también eres de ellos, porque aun tu modo de hablar te descubre.

  • Mateo 26:74

    Entonces comenzó a maldecir y a jurar: — ¡No conozco al hombre! En seguida cantó el gallo,

  • Mateo 26:75

    y Pedro se acordó de la palabra de Jesús que le había dicho: “Antes que cante el gallo, tú me negarás tres veces”. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

Continúa después de la publicidad