Ahora pues, estad quietos, para que yo os hable delante de Jehová de todas las justicias de Jehová, que hizo con vosotros y con vuestros padres.

Ahora, pues, quédense quietos, para que yo pueda razonar con ustedes. El objetivo de este discurso fiel e intransigente era mostrarles que aunque habían obtenido el cambio de gobierno que tan importunamente habían deseado, su conducta desagradaba mucho a su Rey celestial. Sin embargo, si permanecieran fieles a él ya los principios de la teocracia, podrían librarse de muchos de los males a que los expondría el nuevo estado de cosas.

Y en confirmación de estas declaraciones, no menos que en evidencia del desagrado divino, se produjo un fenómeno notable, sobre la invocación del profeta, y del cual dio la debida premonición.

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