Y acercándose, tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

El libro estaba en la mano abierta de Aquel que estaba sentado en el trono, para que lo tomara cualquiera que se encontrara digno (Alford). El Cordero lo toma del Padre en señal de investidura formal en Su dominio universal y eterno como Hijo del hombre. Esta visión introductoria presenta, en resumen, la consumación a la que convergen todos los acontecimientos de los sellos, las trompetas y las copas, es decir, el establecimiento visible del reino de Cristo. La profecía siempre se precipita hacia la gran crisis, y se detiene en los eventos intermedios sólo en su típica relación y representación del final.

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