Los traerás, y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar, oh Jehová, que tú hiciste para morar, en el santuario, oh Jehová, que tus manos establecieron.

Los traerás y los plantarás en el monte de tu heredad o posesión. Puesto que la razón evidente de su salida de Egipto era celebrar el culto a Dios, y una montaña era comúnmente elegida como el lugar más adecuado para la realización de los ritos sagrados, Moisés, que era muy consciente del destino de su nación en la tierra prometida, anticipa con previsión profética la realización del propósito para el que fueron seleccionados, en su mantenimiento del culto nacional a Dios en una localidad definida.

Algunos, como Aben Ezra, Rosenmuller, Lowth, etc., toman la frase 'el monte de la herencia de Dios' como una designación poética de Canaán, que es un país montañoso (cf. Deuteronomio 3:25 ); y desde ese punto de vista, Dios seguramente fue quien no sólo "introdujo" a los israelitas en su posesión, sino que los "plantó" en ella, al establecer la política judía en esa tierra.

Pero Hengstenberg y otros sostienen, sobre la base de las dos cláusulas siguientes, que Moriah: asignado a Dios por el sacrificio típico de Isaac, y sobre el cual se levantó el templo después ( Salmo 78:54 ) se refería a "la montaña de la herencia de Dios". Los racionalistas han fundado en esta expresión una objeción contra el carácter histórico del cántico; y de Wette ('Introducción al Antiguo Testamento', edición de Parker) sostiene, sobre la base de la alusión al santuario, que la fecha de esta composición debe fijarse después de la construcción del templo.

Pero la referencia al "santuario" es tan general que sólo tenemos aquí la idea de un monte apartado para el honor divino y consagrado como morada de Yahvé, expresión que, en boca de Moisés, debería sorprendernos menos, ya que todo el sistema de leyes en su parte ceremonial se refiere a un santuario tan definido de Yahvé, y debemos atribuirle sin duda un conocimiento previo del consejo divino" (Introducción al Pentateuco de Havernick, p. 267).

La Septuaginta representa este verso como una invocación: eisagagoon katafiteuson. Traer, plantar, etc. Ya sea en esta forma precursora, o expresada proféticamente como en nuestra versión, el cambio de persona es demasiado común en toda la poesía para justificar cualquier conclusión que se extraiga de esa característica en el poema, que pertenece a una época tardía y artificial.

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