Y mandó Faraón a sus hombres acerca de él, y lo despidieron a él y a su mujer, y todo lo que tenía.

ordenó a sus hombres acerca de él, y lo despidieron. El rey probablemente estaba convencido de que, cualquiera que fuera el privilegio que la costumbre pudiera haberle otorgado entre sus propios súbditos,  había extendido demasiado su privilegio al ejercerlo sobre un jefe pastoral independiente, que no era más que un transeúnte en sus dominios; y si se hiciera público que Sarai era la esposa de ese jefe, incurriría en el odio público. Por este motivo, es probable que haya sacado a Abram de su país. La verdad de la historia sagrada está sorprendentemente ejemplificada en el fiel registro de este infeliz error y caída de Abram, quien aunque, por su piedad y fe, fue honrado con el nombre de "el Amigo de Dios", era sin embargo un hombre con debilidades similares a las de otros hijos de Adán.

Es importante tener en cuenta que, al leer la historia de Abram y los patriarcas, no debemos buscar modelos de perfección tales como "monstruos sin defecto como el mundo nunca vio", sino especímenes de humanidad común que, en medio de deberes, tentaciones y dificultades, fueron entrenados por la guía y la gracia de Dios para los altos propósitos que debían servir en Su Iglesia. El conocimiento y el temor de Dios aún persistían, y la burda superstición del período del Éxodo aún no se había introducido en Egipto.

El importante punto de vista teocrático de la narración que retrocede, el cual suministra completamente la razón de su comunicación", dice Havernick, citando a Heidegger, es éste: "Dios había hecho una promesa, simplemente anunciada al principio, pero después ratificada por un juramento solemne, de que otorgaría bendiciones señaladas al patriarca y a su posteridad. Para que Abram y sus fieles descendientes no temieran que las promesas divinas se vieran afectadas por cualquier error o falta personal suya, Dios permitió el acto de violencia a Sarai, a fin de que tanto la fragilidad de Abram como la verdad y la fidelidad divinas quedaran plenamente expuestas, e impulsó a Moisés a dejar constancia permanente de ambas.

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