Entonces Bernabé partió a Tarso, para buscar a Saulo:

Entonces partió Bernabé (o, 'partió él', según la mejor lectura), a Tarso - un viaje corto por mar desde Seleucia, que probablemente preferiría a la ruta terrestre más tediosa, que lo habría obligado a atravesar los desfiladeros de la cadena de montañas Amanus cuando se bordea la punta noreste del Mediterráneo, en el golfo de Issus.

Para buscar a Saulo , confiando la iglesia en Antioquía mientras tanto, más allá de toda duda, a los hermanos honrados a cuyo instrumento había debido su existencia. Bernabé había sido el primero en Jerusalén en reconocer la autenticidad de la conversión de Saulo y, en la primera visita del gran converso a Jerusalén después del cambio, en convencer a los hermanos de que en el temible perseguidor no tenían un enemigo disfrazado, sino un verdadero hermano, y ya un poderoso predicador de la Fe que una vez destruyó ( Hechos 9:26 ). Esa visita duró 15 días; porque tal fue la audacia de su predicación en la capital, que, para evitar su asesinato, los hermanos tuvieron que llevarlo a toda prisa a Cesarea, y de allí a Tarso. Probablemente solo Bernabé discernió, en esta etapa temprana de su ministerio, esas dotes especiales en el nuevo converso en virtud de las cuales había de eclipsar a todos los demás. Cómo pasó su tiempo en Tarso - en esta su primera visita a su ciudad natal desde su conversión, y probablemente la última- no podemos más que conjeturar a partir de noticias incidentales; pero las palabras que siguen,

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