Oh Yahveh, tú lo sabes: acuérdate de mí, visítame y véngame de mis perseguidores; no me quites de tu longanimidad: sabe que por tu causa he sufrido reprensión.

Tú sabes - a saber, mi caso: qué agravios me han hecho mis adversarios.

Véngame - (nota). El profeta en esto tenía en cuenta, no sus propios sentimientos personales de venganza, sino la causa de Dios; habla por inspiración de la voluntad de Dios contra los impíos. Contrasta con la oración del Salvador moribundo y de su primer mártir, Esteban ("Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen", "Señor, no les culpes de este pecado"). Al mismo tiempo, las denuncias de los impíos también aparecen en el Evangelio; y el amor a los enemigos, por otra parte, también se enseña en la ley. Tan perfectamente armonizan entre sí ambos Testamentos.

No me quites en tu longanimidad - por tu longanimidad hacia ellos, no permitas que mientras tanto me quiten la vida.

Por tu causa he sufrido reprensión - las mismas palabras del antitipo, Jesucristo, que al final ("Derrama tu indignación sobre ellos", etc.) se comparan con la oración de Jeremías al principio de este versículo.

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