Oyendo Jesús estas cosas, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y reparte entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

Ahora bien, cuando Jesús oyó estas cosas, le dijo: Aún te falta una cosa , pero eso, ¡ay! era una falta fundamental, fatal.

Vende todo lo que tienes, y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Puesto que las riquezas eran su ídolo, nuestro Señor, que sabía esto desde el principio, pone Su gran autoridad sobre ellas de inmediato, diciendo: 'Ahora déjame eso, y todo estará bien'. Entonces, aquí no se da ninguna instrucción general acerca de la disposición de las riquezas, excepto que debemos sentarnos libres con ellas y ponerlas a los pies de Aquel que las dio. El que hace esto con todo lo que tiene, sea rico o pobre, es un verdadero heredero del reino de los cielos.

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