Pero él respondió y dijo: De cierto os digo que no os conozco.

Pero él respondió y dijo: De cierto os digo que no os conozco. El intento de establecer una diferencia entre "No te conozco" aquí, y "Nunca te conocí" en como si esto fuera más suave, y por lo tanto implicara un destino más suave, reservado para "los tontos" de esta parábola- debe ser resistido, aunque defendido por críticos como Olshausen, Stier y Alford.

Además de ser inconsistente con el tenor general de tal lenguaje, y particularmente con la solemne moraleja del conjunto, es un tipo de crítica que manipula algunas de las más terribles advertencias sobre el futuro. Si se pregunta por qué se admitieron invitados indignos a las bodas del Hijo del Rey, en una parábola anterior, y en ésta se excluyen las vírgenes insensatas, podemos responder, en las admirables palabras de Gerhard, citadas por Trench, que esas festividades se celebran en esta vida, en la Iglesia militante; estos en el último día, en la Iglesia triunfante: a aquellos, incluso ellos son admitidos que no están adornados con el vestido nupcial; pero a éstos, solamente a aquellos a quienes les es concedido vestirse de lino corto limpio y resplandeciente, que es la justicia de los santos: a esos, los hombres son llamados por la trompeta del Evangelio; a éstos por la trompeta del Arcángel; a los que entren, podrán salir de ellas, o ser expulsados; quien una vez es presentado a estos, nunca más sale, ni es echado fuera de ellos: por lo cual se dice: "La puerta está cerrada".

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