Todas las cosas son lícitas. Este es el mismo sentimiento que ha expresado en el cap. vi. ver. 12. y en el cap. viii. ver. 8. 9. donde nos enseña, que en algunas ocasiones es necesario abstenerse incluso de cosas en sí mismas lícitas, como en el caso de las carnes consagradas a los ídolos. (Calmet) --- Dos excelentes reglas que pueden servir de guía en estas ocasiones, son la edificación de la Iglesia, y el bien espiritual del prójimo. Sin la ayuda de estos guías, nos extraviamos y engañamos a otros, haciendo lo que la letra de la ley permite, pero lo que el espíritu de la ley, la caridad, prohíbe.

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