También debe haber herejías: Por razón del orgullo y la perversidad del corazón del hombre; no por la voluntad o el nombramiento de Dios; quienes, sin embargo, extraen bien de este mal, manifestando, en esa ocasión, quiénes son los cristianos buenos y firmes, y haciendo más notable su fe. (Challoner) --- No es que Dios lo haya designado directamente, según sea necesario: esto se origina en la malicia del hombre, y su único orgullo, y gran abuso del libre albedrío.

La providencia de Dios saca el bien del mal, pero ¡ ay del hombre !, dice la Escritura, por quien viene el escándalo, como las sectas y las herejías. De ahí que San Agustín, cap. viii. de vera relig. dice: "Usemos a los herejes no para aprobar sus errores, sino para hacernos más cautelosos y vigilantes, y más enérgicos en la defensa de la doctrina católica contra sus engaños".

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