Sabemos que él permanece en nosotros por el Espíritu que nos ha dado. Estas palabras pueden referirse al cuerpo de la Iglesia en general oa los apóstoles, oa todos en particular. Es cierto que Dios dio su Espíritu a su Iglesia ya los apóstoles, por la venida del Espíritu Santo de manera visible, y por los dones milagrosos otorgados a los apóstoles; pero cada uno en particular tiene sólo la certeza moral de que tiene el Espíritu de Dios y su gracia santificante en su alma. (Witham)

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