Juan a las siete iglesias, [1] posteriormente nombradas; y por ellos, para ser entendido por todas las iglesias, obispos y personas en las mismas disposiciones. --- De él, quien es, quien fue y quien vendrá. Como estas palabras solo se aplican y se aplican a él, que es verdaderamente Dios y eterno, Alcazar (p. 176) las aplica a Dios Padre. Otros piensan que son hablados por Dios, como la palabra Dios concuerda con las tres Personas divinas, que son el mismo Dios.

Ver Ribera. --- Y de los siete espíritus. Alcázar los entiende de siete de los atributos de Dios, o perfecciones, pero, por la exposición común, se entienden siete de los principales espíritus creados, quienes de una manera especial asisten al trono de Dios, empleados para ejecutar los mandamientos de Dios, como dice Rafael. (Tobit. Xii. 15.) Soy uno de los siete que están ante Dios. (Witham) --- Espíritus, etc.

Algunos entienden esto del Espíritu Santo, debido a sus siete dones; pero la interpretación más literal es la de los ángulos principales, que siempre rodean el trono de Dios y son sus espíritus ministradores. (Calmet) --- Y de Jesucristo, [2] hecho hombre, y Redentor de la humanidad, a quien San Juan nombra aquí con los siete espíritus, porque continúa su discurso sobre Cristo, que es el testigo fiel; testificado y aprobado de Dios por tantos milagros, profecías, etc.

Es el principal de los mártires o testigos, como significa la palabra griega. --- El primogénito de los muertos, ambos primero en dignidad, y primero que se levantó a una vida inmortal. --- El príncipe de los reyes de la tierra, cuyo poder es infinitamente mayor que todos los de ellos; y esto para recordar a los cristianos que sufrían, que no debían temer a los emperadores perseguidores, que no tienen poder después de esta vida.

--- Y Cristo nos ha hecho un reino, en la medida en que por su gracia nos hizo miembros de su verdadera Iglesia, llamó el reino de Dios, y nos prometió reinar con él en su glorioso reino en los cielos. --- Y nos ha hecho sacerdotes para Dios y su Padre, para ofrecer sacrificios espirituales. Ver 1 Pedro ii. 9. --- A él sea, o es debido, gloria e imperio, por los siglos de los siglos. Amén. Es decir, a Jesucristo. (Witham)

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