Eso. El hombre se compone de dos partes distintas; cuyo destino nunca debemos olvidar. Así se refuta la objeción de los infieles (cap. Iii. 19.). Platón y algunos de los antiguos tenían la misma idea de la naturaleza espiritual del alma; aunque algunos lo tomaron como un cuerpo aéreo. (Calmet)

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