Notemos aquí que, como los apóstoles confirmaron sus palabras por las señales que siguieron, así también en nosotros nuestras palabras deben ser confirmadas por las obras. "¡Concede, oh Jesús! Que el discurso que pronunciamos acerca de la virtud, sea confirmado por obras y acciones; para que así, con tu cooperación, podamos llegar a ser perfectos en palabra y obra; porque a ti es debida la gloria de nuestra discursos y acciones ". (Teofilactus)

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