Y ellos salieron y predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la Palabra con las señales que la seguían. Amén.

Al final del tiempo que se había fijado para sí mismo, cuarenta días después de su resurrección, después de haber dado a sus discípulos todas las instrucciones que necesitaban para su trabajo, fue llevado al cielo, ascendió a la gloria de los cielos. y se sentó a la diestra de Dios; ahora, según su naturaleza humana, como nuestro hermano según la carne, ocupa el lugar a la diestra de Dios.

Él tiene pleno dominio sobre todas las criaturas en el cielo y la tierra y debajo de la tierra. Con esta seguridad, los discípulos salieron. Predicaron el Evangelio en todas partes, en todos los lugares, en todo el mundo que entonces se conocía. Y Cristo trabajó con ellos; no estuvieron solos, sino que lo tuvieron siempre a su lado, en todo su ministerio. Y dondequiera que fuera necesaria una confirmación del Evangelio en forma de algún signo externo, tal milagro se produjo, de acuerdo con Su promesa.

La presencia de Cristo está con aquellos que predican el Evangelio puro hoy con tanta certeza como siempre. Si nuestra fe solo confiamos en Él, el gran Campeón de Su Iglesia, que obra en y con nosotros, y por lo tanto en y con el Evangelio, entonces los grandes milagros que Él siempre ha realizado a través de Su Palabra se harán hoy como siempre. : Los corazones contaminados más allá de toda semejanza con los corazones humanos se volverán más blancos que la nieve; las almas que se perdieron y vendieron al poder del diablo serán redimidas y se les dará la libertad de los hijos de Dios; las personas cuya naturaleza entera está enferma por la terrible enfermedad del pecado serán sanados y fuertes para pelear las batallas del Señor, todo a través del poder del Evangelio. Y la mano del Señor no se ha acortado con referencia a otros milagros, que son completamente obvios para todos los que tienen los ojos abiertos.

Resumen. La resurrección de Jesús es anunciada a las mujeres por un ángel; Cristo se aparece a varias personas y finalmente a los apóstoles, a quienes da el gran mandato misionero, asegurándoles, de paso, su cooperación y apoyo en la predicación del Evangelio hasta el fin de los tiempos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad