Solo se mencionan tres resurrecciones de entre los muertos como realizadas por nuestro Salvador: una recién muerta; uno realizado para ser enterrado; y Lázaro, ya en su tumba. Estos representan los diferentes estados de los pecadores muertos en pecado, algunos más desesperados que otros. A los que han estado en pecado durante años y no tienen quien interceda por ellos, debemos aplicar las palabras de Cristo, permitir que los muertos entierren a los muertos. (Ven. Beda y San Agustín, de verb. Dom. Serm. 44.)

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