Todo el pueblo respondió: su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos, que continúa, dice San Jerónimo, hasta el día de hoy. Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo crucificaran. (Witham) --- Esta oración blasfema continúa hasta el día de hoy, y continuará como una maldición prolongada sobre los judíos y sobre su posteridad. (Orígenes) --- ¡He aquí la locura de los judíos! Su pasión y obstinación pertinaz no les dejarán ver y comprender: en estas terribles imprecaciones arrastran maldiciones sobre sí mismos: su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos.

Sin embargo, el Dios de todas las misericordias no cumplió literalmente con su impía oración. Porque, de estos niños, seleccionó algunos para sí mismo; entre los demás, incluso Pablo y muchos miles que se convirtieron en Jerusalén. (San Juan Crisóstomo)

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