Entonces respondió todo el pueblo, y dijo: Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos.

Desde el principio, Pilato había calculado mal: no había insistido en un procedimiento legal adecuado para exigir acusaciones definidas con testimonio suficiente; no había contado con la influencia de la multitud, los principales sacerdotes lo superaban en general. Ahora había llegado al punto en que se enfrentaba a un tumulto que podría convertirse en una insurrección. Y así continúa el curso del debilucho al tratar de quitarle la culpa a su propia persona.

Pidiendo un poco de agua, se lavó las manos ante todo el pueblo como muestra de su inocencia. Quería ser considerado inocente en todo el asunto; la culpa de esta sangre inocente no debería recaer sobre él. Al hacer esta declaración, fue un hipócrita o un cobarde. O quería aliviar su conciencia declarando abiertamente la inocencia de Cristo, o declaró que se vio obligado a condenar su fe sincera.

En cualquier caso, él era culpable, aunque echa toda la culpa a los judíos. "Pero así siempre sucede con la sangre de Cristo el Señor y con la de sus cristianos. El mayor Herodes asesina a los niños inocentes de Belén. Su hijo asesina al santo Juan el Bautista. Y ambos pensaron que podrían sacar algún beneficio Pilato tampoco considera que sea un asunto serio que condene a Cristo a muerte.

Con cariño imagina que, mientras piensa en ello, Dios también pensará en ello y lo considerará irreprensible. Pero sin duda la ira de Dios no dudó en llegar, y la casa, la generación y el nombre de Pilato fueron aniquilados, y en cuerpo y alma fueron condenados al infierno y al fuego eterno. Allí se enteró de lo inocente que era de esta sangre. "La acción del gobernador sólo provocó una maldición muy espeluznante de parte del pueblo: ¡Que la sangre de este hombre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Si este hombre es inocente y exigimos su muerte como culpable, ¡Que el castigo de semejante crimen recaiga sobre nosotros, y sobre nuestros hijos después de nosotros! Un poco más de una generación después, esta terrible maldición cayó sobre ellos, luego se les exigió su cuenta con un gran juicio,

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