Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos

(το αιμα αυτου κα επ τα τεκνα ημων). Estas solemnes palabras muestran una conciencia de que el pueblo judío reconoció su culpa e incluso estaba orgulloso de ella. Pero Pilato no pudo lavar su propia culpa tan fácilmente. El agua no lavó la sangre de Jesús de sus manos más de lo que Lady Macbeth pudo lavar las manchas de sangre de sus manos blancas como lirios. Una leyenda cuenta que en las tormentas en el monte.

Pilatus en Suiza su fantasma sale y todavía se lava las manos en las nubes de tormenta. Bastante culpa hubo para Judas, para Caifás y para todo el Sanedrín, tanto saduceos como fariseos, para el pueblo judío en su conjunto (πας ο λαος), y para Pilato. En el fondo los pecados de todos nosotros clavaron a Jesús en la Cruz. Este lenguaje no es excusa para el odio racial hoy en día, pero ayuda a explicar la sensibilidad entre judíos y cristianos sobre este tema. Y los judíos de hoy abordan el tema de la cruz con cierto prejuicio.

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Antiguo Testamento