Jesucristo resume aquí sus instrucciones al ordenarnos que seamos perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto; es decir, imitar, en la medida en que nuestros esfuerzos, asistidos por la gracia divina, puedan alcanzar, la perfección divina. (Witham) --- Vea aquí la gran superioridad de la nueva ley sobre la antigua. Pero que nadie aproveche la ocasión para despreciar a los viejos. Que examine atentamente, dice San Juan Crisóstomo, los diferentes períodos de tiempo y las personas a quienes fue entregado; y admirará la sabiduría del divino Legislador, y percibirá claramente que es el mismo Señor, y que cada ley fue para gran provecho de la humanidad y sabiamente adaptada a los tiempos de su promulgación.

Porque, si entre los primeros principios de la rectitud se hubieran encontrado estas sublimes y eminentes verdades, tal vez no se hubieran observado ni estas ni las menos perfectas reglas de la mortalidad; mientras que, al disponer de ambos a su debido tiempo, la sabiduría divina ha empleado ambos para la corrección del mundo. Hom xviii. Entonces, viendo que somos así bendecidos para ser llamados, y ser hijos de un Padre tan excelente, debemos esforzarnos, como Él, por sobresalir en bondad, mansedumbre y caridad; pero sobre todo en la humildad, que nos asegurará el mérito de las buenas obras, por los méritos infinitos de nuestro divino Redentor, Maestro y modelo, Cristo Jesús Señor. (Haydock)

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