Por tanto, seréis perfectos; como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto - Así dice el original, refiriéndose a toda la santidad que se describe en los versículos anteriores, que nuestro Señor al principio del capítulo recomienda como felicidad, y al final como perfección. ¡Y cuán sabio y lleno de gracia es esto, para resumir y, por así decirlo, sellar todos sus mandamientos con una promesa! ¡Incluso la propia promesa del Evangelio! ¡Que él pondrá esas leyes en nuestra mente y las escribirá en nuestro corazón! Él sabía muy bien lo preparada que estaría nuestra incredulidad para gritar: ¡esto es imposible! Y, por tanto, pone en juego todo el poder, la verdad y la fidelidad de Aquel para quien todas las cosas son posibles.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad