Oh la profundidad, etc. Después de haber hablado de los misterios de la gracia y predestinación de Dios, de su misericordia y justicia, en las que no debemos pretender sumergirnos, concluye esta parte de su epístola con una exclamación para enseñarnos a someter nuestro juicio, como a los secretos de su providencia, que no podemos comprender. --- Cuán incomprensibles son sus juicios, etc. --- ¿Quién le dio a él primero, y se le dará recompensa? Es decir, nadie, por ningún mérito de su parte, puede merecer primero los favores y la misericordia de Dios, con los que nos impide.

--- Porque de él, de Dios o de Jesucristo, como Dios, y por él, que hizo, preserva y gobierna todas las cosas, y en él está nuestra dependencia continua: porque en él vivimos, nos movemos, y existir. En griego, es para él, [3] para significar que también es nuestro último fin. Vea las notas, Juan cap. I. (Witham) --- Todas las cosas son de Dios, como su primera causa y creador; todas las cosas son por Dios, como gobernante y gobernador del universo; y todas las cosas están en Dios, o (como dice el griego) para Dios, porque todas están dirigidas a su honor y gloria. Porque el ha hecho todas las cosas para sí mismo. (Salmo XVI; San Basilio, lib. De Spiritu sto. Cap. 5.)

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