¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e inescrutables sus caminos!

Como un viajero que ha llegado a la cima de una ascensión alpina, el apóstol se vuelve y contempla. Las profundidades están a sus pies; pero las ondas de luz los iluminan, y se extiende alrededor un horizonte inmenso que su ojo domina. El plan de Dios en el gobierno de la humanidad se extiende ante él, y expresa los sentimientos de admiración y gratitud con los que la perspectiva llena su corazón.

La palabra βάθος, profundidad , se aplica precisamente a ese abismo que acaba de explorar. El genitivo πλούτου, de riquezas , por el cual se califica la palabra profundidad , es considerado por la mayoría de los comentaristas como un primer complemento, coordinado con los dos siguientes: de sabiduría y de conocimiento. En este caso debe sostenerse que el término abstracto riquezas se aplica a un atributo divino especial que no puede ser otro que la misericordia divina; borrador

Romanos 10:12 ; Efesios 2:4 , etc. Los dos καί, y... y , que siguen, proporcionarían un ejemplo de una construcción como la de Lucas 5:17 .

Y uno podría hacer estos tres complementos, riquezas, sabiduría, conocimiento , paralelos a las tres preguntas que siguen, Romanos 11:34-35 , ya que de hecho la primera se refiere más bien al conocimiento, la segunda a la sabiduría y la tercera a la gracia. Pero si esta última relación existía realmente en la mente del apóstol, ¿por qué las preguntas debían estar dispuestas en orden opuesto al de los tres términos que les corresponden en nuestro versículo? Entonces, ¿no es la noción de misericordia demasiado diferente de las de sabiduría y conocimiento para permitir que la primera esté así coordinada con las otras dos? Finalmente, ¿no sería el término abstracto riquezashan requerido ser determinados por un complemento como ἐλέους o χάριτος (misericordia, gracia)? El apóstol no tiene miedo de tales acumulaciones de genitivos ( Romanos 2:5 y Efesios 1:19 ).

Más bien me parece, pues, que el segundo de estos dos términos abstractos ( profundidad y riquezas ) debe ser considerado como un complemento del otro: una profundidad de riquezas , por: una profundidad infinitamente rica, es decir, una que, en vez de ser un inmenso vacío, se presenta como contenidos abrazadores de inagotable plenitud. Calvino ha captado bien este significado: "Por eso", dice él, "no dudo que el apóstol exalta las profundas riquezas de sabiduría y conocimiento que hay en Dios".

Esta profundidad es rica, no en tinieblas, sino en luz; es una profundidad tanto de sabiduría como de conocimiento.

Los dos καί, tanto... como ..., tienen el sentido disyuntivo; distinguen con mucha precisión los dos sustantivos siguientes, por más estrechamente relacionados que puedan estar sus significados. El segundo, γνῶσις, conocimiento , se refiere especialmente en el contexto de la presciencia divina , y en general a la visión completa que Dios tiene de todas las determinaciones libres de los hombres, ya sea como individuos o como naciones.

La primera, σοφία, sabiduría , denota la habilidad admirable con que Dios entreteje en su plan las acciones libres del hombre, y las transforma en otros tantos medios para la realización del excelente fin que en un principio puso ante sí. No podemos reflexionar, por poco que sea, sin ver que la diferencia muy marcada que Pablo aquí establece entre estas dos perfecciones divinas, no es en modo alguno indiferente; es nada menos que la salvaguarda de la libertad humana.

Si la omnisciencia de Dios, especialmente su presciencia, se confundiera con su sabiduría, todo en el universo sería directamente obra de Dios, y las criaturas no serían más que instrumentos ciegos en sus manos.

Pablo ve estos dos atributos de Dios resplandecer en dos órdenes de cosas que, combinados, constituyen todo el gobierno del mundo: juicios , κρίματα, y caminos o sendas , ὁδοί. Aquí se da a veces el sentido general de decreto al primero de estos términos. Pero la palabra en todos los casos implica la idea de un decreto judicial ; y lo que acaba de referirse Pablo, esas severas dispensaciones en las que Dios ha castigado sucesivamente la ingratitud de los gentiles (cap. 1) y la altiva presunción de los judíos (cap. 10), muestra claramente que debemos mantenernos estrictos. sentido.

Caminos , ὁδοί, en realidad no denotan cosas diferentes de los juicios; pero el término los presenta bajo una luz diferente y más favorable, como tantos avances hacia el objetivo final. El término juicios expresa, si se puede decir así, el por qué de las cosas, como la palabra caminos indica su para que. Así podemos entender la doble relación de los acontecimientos de la historia con el conocimiento por un lado y la sabiduría por el otro.

Del conocimiento que Dios posee, se siguen de las decisiones libres del hombre los juicios que Él decreta, y estos juicios se convierten en los caminos que Su sabiduría emplea para la realización de Su plan ( Isaías 40:14 : κρίματα, ὁδοί).

Estos dos órdenes de cosas se caracterizan por los epítetos más extraordinarios que el más dócil de los lenguajes puede proporcionar: ἀνεξερεύνητος, lo que no se puede buscar hasta el fondo; ἀνεξιχνίαστος, cuyas huellas no se pueden seguir hasta el final. El primero de estos epítetos se aplica al principio supremo al que la mente trata de acercarse, pero que no alcanza; el segundo a una abundancia de ramificaciones y de detalles en la ejecución que el entendimiento no puede seguir hasta el final.

Estos epítetos se citan a menudo con el fin de demostrar la incomprensibilidad para el hombre de los decretos divinos, y en particular del de la predestinación (agosto). Pero no hay que olvidar que la exclamación de san Pablo no es suscitada por la oscuridad de los designios de Dios, sino, al contrario, por su deslumbrante claridad. Si son incomprensibles e insondables, es para el entendimiento natural del hombre, y hasta que hayan sido revelados; pero, dice el apóstol, 1 Corintios 2:10 .

“Dios nos las ha revelado a nosotros por Su Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña (ἐρευνᾷ), aun lo profundo (τὰ βάθη) de Dios.” Por tanto, es en vista del misterio desvelado que se lanza la exclamación, como aquí la hace Pablo: “¡Oh profundidad de las riquezas!” Hecho que no impide que la mente que los comprende en parte tenga siempre que descubrir en ellos nuevas leyes o aplicaciones.

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