Y si Dios, etc. Ahora da la razón por la que Dios podría, sin ninguna injusticia, tener misericordia de unos y no de otros; conceder gracias y favores particulares a sus elegidos, y no por igual a todos; porque toda la humanidad estaba sujeta a condenación por el pecado original: el barro de que todos están hechos es un barro pecaminoso; y como dice San Agustín, se convirtió en un bulto y una masa de condenación. Todos habían pecado en Adán.

Ahora bien, si de esta masa y multitud pecaminosa, Dios, para mostrar la riqueza de su gloria y misericordia sobreabundante, ha escogido a algunos como vasos de elección, a quienes ha decretado salvar, y mediante gracias y favores especiales hacer partícipes de su reino celestial; y para mostrar su justicia y su odio, ha dejado a otros como vasos de su ira y justicia, para perderse en sus pecados, que por un tiempo soporta pacientemente, cuando merecían el castigo presente, ¿quién puede decir que ha hecho injustamente? (Witham)

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