Porque Jerusalén está arruinada, y Judá ha caído, la decadencia externa e interna es evidente, porque su lengua y sus obras son contra el Señor, su apostasía y blasfemia han llegado al límite, para provocar los ojos de Su gloria, la gloriosa aparición de Su esencia santa, porque desafían la ira del Señor planeando y ejecutando deliberadamente el mal.

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