El primero dirá a Sion: He aquí, he aquí, o, "Dejo que Sion tenga al primero que diga: He aquí, allí está"; y daré a Jerusalén uno que traiga buenas nuevas; es decir, los ídolos no pudieron predecir el futuro, pero Jehová, el Dios verdadero, predijo el suceso tal como sucedió, y sus mensajeros dijeron lo que seguramente haría en el futuro. Así quedó plenamente probada la divinidad de Jehová.

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