Cuya cosecha devora el hambriento, es decir, la del hombre a quien el Señor arrojó desde lo alto de su prosperidad, y la quita hasta de los espinos, siendo barridos en la calamidad los últimos rebuscos de la cosecha de los impíos. lo que le sucede, y el ladrón se traga su sustancia, literalmente, "el sediento", o "los que ponen lazos, se tragan su riqueza"; se le priva de todo lo que tiene, que fue obtenido por engaño o por robo, como castigo del Señor.

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