Pero el Consolador, que es el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todas las cosas y les recordará todas las cosas que yo tengo.

Si no hay amor por Cristo en el corazón de un hombre, porque la fe nunca encontró entrada en ese corazón, entonces no se pueden guardar Sus palabras; y si no es de Él, tampoco de Su Padre, cuyas palabras estaba enseñando, que lo había enviado. Sin el amor a Cristo que surge de la fe, no puede haber obras realmente buenas; todas las obras de los incrédulos que tienen la apariencia de guardar las palabras de Cristo son "vicios espléndidos" con los que engañan a los demás ya menudo a sí mismos.

Jesús, habiendo ahora prometido el Consolador a Sus discípulos, habiendo dado también la seguridad de que Él mismo vendría y se revelaría a Sus discípulos y que Él, con las otras personas de la Deidad, haría Su morada con los creyentes, les dice también qué obra especial haría el Espíritu en su caso. Les había hablado muchas cosas durante su ministerio, y especialmente en los últimos días, cuya importancia y significado no habían captado.

Por lo tanto, ese mismo Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviaría en Su nombre, les serviría de maestro, dándoles el entendimiento de todas las cosas que todavía tenían en la memoria y recordando a sus mentes las que habían olvidado. Nota: El Padre envía el Espíritu, pero en el nombre de Jesús; vuelve a aparecer la misma relación íntima entre el Padre y el Hijo. Porque Jesús es exaltado a la diestra de Dios y actúa como Abogado de la humanidad ante el Padre, por eso el Espíritu es enviado en Su nombre.

Esa fue la seguridad que consoló y animó a los apóstoles, y que también sirve para nuestro consuelo. Porque con tal promesa para respaldarlos en su enseñanza, sabemos que los apóstoles no podrían fallar en su proclamación de las grandes verdades de Dios. Podemos confiar sin la menor vacilación y duda en las palabras que fueron escritas por los apóstoles o bajo su dirección, sabiendo que el Espíritu Santo, el Espíritu del Padre y del Hijo, los dirigió e inspiró.

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