Y Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, pero no para Dios; porque para Dios todo es posible.

Los discípulos, en ese momento, estaban casi jadeando de turbación, con un asombro muy excesivo, diciéndose unos a otros: ¿Por qué, quién, en ese caso, se puede salvar? Fue la expresión más fuerte sobre la total incapacidad del hombre para trabajar en su propia salvación que jamás habían escuchado. Naturalmente, deben sacar la conclusión. Pero Jesús les da la explicación. La regeneración, la conversión, la fe es, en todos los casos, un milagro de la gracia de Dios.

Es capaz de hacer lo que parece imposible ante los hombres. A través de Su Palabra, Él puede transformar corazones de piedra en corazones de carne, hijos de Satanás en Sus propios amados hijos, herederos de la condenación en herederos del cielo. Mediante Su poder, ejercido mediante Sus medios de gracia, Él también puede apartar los corazones del amor por las cosas terrenales y dejarlos descansar en plena satisfacción y total contentamiento en su Salvador.

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