Pero en cuanto a mí, entraré en Tu casa, el Tabernáculo, cuyo lugar sería ocupado por una hermosa estructura permanente, en la multitud de Tu misericordia, las riquezas de la gracia de Dios en el Mesías; y en Tu temor, con el debido temor y reverencia como los de un niño, adoraré hacia Tu santo templo, el lugar del trono de Jehová, porque el humilde Tabernáculo pronto sería reemplazado por un magnífico palacio dedicado a Dios. Es en el espíritu de la verdadera adoración que David ahora hace su súplica.

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