La historia de Cornelio es notable. En sí mismo, como nos dice Lucas, era "un hombre piadoso, y temía a Dios con toda su casa, que daba mucha limosna al pueblo y rezaba a Dios siempre". Este hombre recibió una comunicación directa en una visión abierta.

Mientras Dios atraía así a Cornelio hacia el Evangelio, estaba preparando al mensajero para declarar ese Evangelio. Pedro estaba asombrado y dio a conocer su asombro, pero rindió pronta obediencia a la inspiración del Espíritu y fue a la casa de Cornelio.

Su discurso allí se abrió con una declaración de una nueva percepción de las cosas que le habían llegado, una percepción que rompía sus prejuicios y ampliaba su mirada. Al tratar con Cornelio, reconoció que la predicación que él y los demás ya habían escuchado, la proclamación acerca del señorío de Jesús según el heraldo Juan, no era suficiente, y procedió a testificar de los grandes hechos del Evangelio. El resultado fue que un grupo de nuevos creyentes fueron bautizados por el Espíritu Santo. Después de esto, y como señal del bautismo esencial, fueron bautizados con agua.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad